La gestión de las fincas alicantinas en la edad moderna
La historia de Alicante en la Edad Moderna está ligada, al igual que tantas otras provincias españolas, a los diferentes sistemas de gestión de sus numerosas fincas agrícolas. No en vano, se trata de una época en la que la agricultura provincial experimentó numerosos altibajos y estuvo condicionada por su baja población.
Las fincas rústicas de Alicante llegaron a la Edad Moderna con numerosas reminiscencias del periodo musulmán. Los grandes adelantos introducidos entre los siglos XII y XIII seguían siendo, con escasas excepciones, protagonistas indiscutibles de la agricultura alicantina. A esta circunstancia contribuía especialmente el hecho de que numerosos moriscos todavía vivían en el interior de la provincia y cultivaban sus campos tal y como llevan haciéndolo varios siglos. En cualquier caso, moriscos y cristianos debían enfrentarse a un problema que siempre ha sobrevolado la huerta alicantina: la escasez de agua. Ni siquiera sistemas de irrigación musulmanes podían solventar debidamente esta circunstancia.
Inicialmente, los privilegios reales tardomedievales intentaron realizar un reparto más o menos equitativo y racional del agua de los principales ríos y embalses de la provincia. A mediados del s. XVI sin embargo, el leve repunte poblacional y la búsqueda de una mayor productividad en los cultivos puso contra las cuerdas a este sistema de distribución del agua. En 1579 comenzó la construcción del pantano de Tibi, financiado en su práctica totalidad por la ciudad de Alicante (que detentaba ese título desde 1490) aunque posteriormente sería reintegrado por voluntad de Felipe II a cargo de diezmos y primicias.
La cuestión del agua seguiría reapareciendo periódicamente en las fincas agrícolas de Alicante, constituyendo un problema de muy difícil solución que ha llegado hasta nuestros días. El otro gran elemento que condicionó la gestión de las fincas rústicas fue la irregular evolución demográfica. De entrada, en 1609 se decreta la expulsión de los moriscos de todos los territorios de la Corona Española. Paralelamente, numerosos campesinos se ven afectados por la oleada de hambrunas y epidemias del s. XVII y se marchan a la capital reconvertidos en artesanos. Este fenómeno motivaría que las fincas agrícolas alicantinas llegaran a la contemporaneidad todavía orientadas al consumo familiar.
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