Cantillana. Sevilla. Casa en venta.

Antigua casa totalmente rehabilitada, situada en el centro histórico de Cantillana, adosada a la antigua muralla romana, posteriormente aprovechada por los árabes.

La vivienda se encuentra adosada a un torreón de esa antigua muralla, quedando dicho torreón en el salón y escalera, apreciándose dos sillares romanos de la primitiva muralla (se adjuntan fotos donde se aprecia lo indicado).

La parte antigua de la vivienda, las dos primeras crujías, puede datarse a principios del siglo XIX (siendo la original, posiblemente, de siglos anteriores) con una ampliación en una crujía, de finales del XIX o primeros del XX;

En el año 2000. se realizó una total rehabilitación

En las dos primeras crujías se mantienen el forjado del techo de la planta baja, formado por vigas de madera y tablas; la cubierta se mantiene con cerchas y pares de madera, sobre los que apoyan tablas de madera, siendo el tejado de teja vieja.

La solería de planta baja es de antiguas baldosas hidráulicas, y en la cocina gres rústico; en planta alta es un entablado de madera; en la terraza de ladrillos de barro.

Hay una terraza, en planta primera, que da a una plaza peatonal, a la cual da la puerta de servicio en planta baja; en esta terraza está la torre de la muralla.

La vivienda dispone en planta baja de zaguán, salón-comedor, salita, un cuarto de baño y cocina con puerta de servicio, la cual da a una plaza peatonal.

En planta alta encontramos distribuidor, pasillo, dormitorio principal, dos dormitorios más, un cuarto de baño y un trastero.

Los muros, de ladrillo, mampuestos y tierra, están revestidos de mortero de cal natural, lo que hace, junto con las dimensiones y material de los mismos, que tengan un comportamiento acústico y de eficiencia energética excelentes.

La superficie de la vivienda es de 181 m2, teniendo la planta baja 105 m2 y la planta alta 76 m2; la terraza tiene una superficie de 30 m2.

Precio: 330.000 Euros
_____________________________________

Sobre Cantillana.

Cantillana se haya situada a unos 30 Km. de Sevilla y a unos 80 Km. de Córdoba, y dispone de magníficas carreteras de comunicación con Sevilla y Córdoba, estando el aeropuerto de Sevilla situado a unos veinticinco minutos. Hay autobuses y trenes de comunicación a Sevilla, que en el segundo caso, nos lleva a Sevilla en quince minutos. La estación del AVE está a unos quince minutos en tren y a unos treinta y cinco minutos en automóvil.

Los orígenes de esta villa se remontan a la época de la piedra pulimentada, como lo demuestran los abundantes restos arqueológicos aparecidos en la confluencia del Guadalquivir con el Viar y en otros lugares del término.

En el emplazamiento actual, los romanos establecieron un importante núcleo de población, que recibió el nombre de Naeva, con el que la menciona Plinio.

La Naeva romana contaba con un importante puerto fluvial sobre el Guadalquivir y hay constancia de una asociación de barqueros naevenses. Son numerosos los restos romanos encontrados.

Durante el Bajo Imperio Romano parece que se cambió el nombre de Naeva, al añadirse la terminación ana al nombre de la familia romana Cantillus.

Con el nombre de Cantiliana la menciona San Isidoro en las Etimologías.

De la Cantillana árabe se sabe que estaba cercada por una muralla de la época romana, que los musulmanes aprovechan y arreglan con muros de argamasa y ladrillos. En un torreón de esta antigua muralla, se encuentra hoy el reloj municipal, en el lugar donde estaba la puerta sur de la antigua alcazaba; a esta torre se encuentra adosada la vivienda unifamiliar, estando esta torre incorporada al salón de la vivienda y a la escalera, quedando a la vista sillares romanos reutilizados por los árabes para la reconstrucción de la torre.

Cantillana fue conquistada por Fernando III el Santo en la primavera de 1.247.

En el año 1.248 se otorgó la villa a la Orden de Santiago y en 1.252, pasó al señorío del Arzobispado de Sevilla.

Según la tradición, el rey Don Pedro I de Castilla, conocido como El Cruel, venía a pasar los veranos a Cantillana.

Como señorío del Arzobispado de Sevilla, que tenía casas en la población, fue muchas veces residencia de arzobispos sevillanos, que venían a Cantillana a descansar o huyendo del contagio de las epidemias.

Los Reyes Católicos concedieron importantes privilegios y mercedes a la villa. La reina Isabel se hospedó en Cantillana durante su viaje a Sevilla en el año 1.478. Posteriormente, en febrero de 1.502, acamparon los Reyes Católicos en Cantillana, firmando aquí la cesión del antiguo Monasterio de Santa María de las Cuevas, situado a las afueras de Sevilla.

En el siglo XVI, doña Isabel de Portugal se alojó en la villa cuando iba a Sevilla para contraer matrimonio en el Alcázar con el emperador Carlos I.

En el año 1.567, Felipe II otorgó carta por la que vendía la villa de Cantillana, comprada por el corso Juan Antonio Vicentelo de Leca, que fue el primer conde de la villa. La familia Vicentelo daría a Sevilla ilustres hijos, como Don Miguel de Mañara Vicentelo de Leca. Los condes levantaron una casa palacio, situada en la zona donde se ubica la vivienda unifamiliar.

En el año 1.608, se erigió un convento de franciscanos, del que se conserva el espacio de la iglesia.

En el siglo XIX, Cantillana era paso obligado para ir a Extremadura y a las minas de Almadén de la Plata, provocando un florecimiento económico. Había épocas en que era incesante el paso de caballerías y apenas bastaban las ocho posadas que había en la villa.

A mediados del siglo XIX, se inauguró la línea de ferrocarril Sevilla-Córdoba, creándose en Cantillana una estación, que permitió una clara mejora de las comunicaciones.