Fincas y masías en Barcelona.

El origen de las masías barcelonesas

Las masías son las propiedades catalanas más representativas y populares. No en vano, se trata de un tipo de edificación de gran belleza y con notables comodidades interiores, siendo en realidad una suerte de casa señorial. La provincia de Barcelona es una de las zonas donde resulta más habitual encontrarse con una masía en venta.

Aunque no existe un acuerdo unánime por parte de los especialistas, lo más probable es que la masía hunda sus raíces en las villas romanas de la Tarraconensis y que a partir de ahí fueran evolucionando con el contacto de otras culturas. La villa romana, una gran casa familiar que solía albergar un patio interior y varias estancias secundarias, proliferó especialmente a raíz de la crisis del Imperio romano en el s. III, un momento en el que las familias más acaudaladas comenzaron a abandonar las ciudades. Este fenómeno se generalizaría a lo largo del s. V.

Lo que no admite discusión es que esta propiedad adquirió los rasgos formales que la caracterizan a comienzos de la Baja Edad Media. La abrupta huida de los nobles visigodos hacia el norte propició un tipo de construcción algo más rudimentaria, situación que comenzó a variar en paralelo con el regreso de los cristianos a las tierras centrales de Cataluña. De este modo, en el s. XI pueden encontrarse ya las primeras masías en Barcelona, capital del condado homónimo y uno de los territorios cristianos más importantes de la Península. Con la creación de la Corona de Aragón, esta casa señorial se expandió incluso por zonas de Teruel y Zaragoza.

El impacto de la Peste Negra provocó una nueva y definitiva variación en la fisiología de estas propiedades a mediados del s. XIV. Con el descenso demográfico y la concentración de tierras, las masías aumentaron su extensión y enfatizaron su componente agrícola. Este sería el tipo de construcción que ha perdurado hasta la actualidad, siendo también el tipo de masía en venta más versátil tanto para el recreo personal como para la explotación comercial. Por supuesto, otras fincas barcelonesas han reducido el tamaño de los campos propios y han añadido elementos como iglesias.