Una casa rural tradicional. Explotando el encanto de los pueblos

La mayoría de residentes de las grandes urbes coinciden en destacar que, si bien las ciudades tienen muchos atractivos, nada iguala en tranquilidad y descanso a las poblaciones del interior. Una máxima que por lo visto ya siguieron quienes decidieron levantar la presente casa pueblo hace más de doscientos años.

Situada en la localidad de Cantillana, cuyo tamaño actual es notablemente superior al existente en el momento en que se levantó la casa rural en cuestión, esta propiedad es la viva imagen de las casas tradicionales del interior. A pesar de que la fecha exacta de su construcción no haya podido establecerse, el análisis de la parte más antigua de la vivienda nos traslada hasta finales del s. XVIII o comienzos del XIX. La superficie ampliada data en cambio de los compases iniciales del s. XX, si bien todas las reformas realizadas respetaron al máximo la naturaleza de la propiedad.

Cantillana contaba en el momento de la construcción de la casa de pueblo con alrededor de 3.000 habitantes, fuertemente vinculados en su gran mayoría a las actividades agrarias. Con todo, el rápido incremento del número de vecinos se debería a la articulación de un potente mercado entre Andalucía central y Extremadura, del que Cantillana sería un lugar de paso prácticamente obligatorio. En determinadas ocasiones, la oferta de alojamientos de la localidad no era suficiente para cubrir el número de viajeros que querían pernoctar allí. No sorprende por tanto que a mediados del s. XIX la población alcanzara ya los 5.000 habitantes y que Cantillana se adjudicara una estación cuando se completó la línea de ferrocarril entre Sevilla y Córdoba.

Volviendo a la casa rural que nos ocupa, cabe destacar que la última gran rehabilitación se efectuó en el año 2000, por lo que la vivienda está perfectamente equipada. Su situación en el casco histórico de Cantillana aproxima a los huéspedes a los principales activos turísticos y patrimoniales del municipio. Sus dimensiones (181 metros cuadrados) y su práctica división en dos plantas permiten alojar hasta cinco personas con todas las comodidades. La planta superior alberga los dormitorios mientras que la inferior dispone de un acogedor salón-comedor así como de una terraza con acceso a la calle.