Casas, alojamientos rurales y gastronomía local.
Existen muchas fórmulas perfectamente válidas para tener éxito en el exigente mundo del turismo rural. Dependiendo de las características de la casa rural o del entorno, los propietarios pueden poner en valor unos aspectos concretos de la experiencia que ofrecen a los viajeros.
Sin embargo, uno de los modelos de negocio que están registrando una mayor demanda es la combinación de hoteles con encanto y restaurantes con productos de proximidad. Veamos por qué apostar por esta inversión turística.
Hace algunas décadas, el turismo rural era sinónimo de desconexión y relajación absoluta en algún paraje de gran belleza natural, generalmente entre montañas. Este marco sigue siendo perfectamente válido pero las preferencias de los usuarios han cambiado en consonancia con el crecimiento del sector.
Así, cada vez son más los huéspedes que desean sumergirse por completo en las particularidades del destino, con especial atención a la gastronomía local.
Los alojamientos rurales que incorporan restaurantes tradicionales ofrecen una experiencia integral que responde a las demandas de los viajeros más exigentes.
Para que la combinación resulte verdaderamente efectiva, el restaurante debe nutrirse preferentemente de productos cultivados, criados o elaborados en el entorno.
A modo de ejemplo, un visitante que se aloja en una casa rural de Tarragona puede estar interesado en participar en una calçotada, del mismo modo que quien se aloja en hoteles con encanto de Ávila espera disfrutar de las excelentes carnes de la provincia.
Por supuesto, esta especialización conlleva una mayor inversión turística, que encuentra, eso sí, un retorno mucho más rápido gracias a la posibilidad de explotar de manera separada cada ámbito del negocio.
Así, los hoteles con encanto que cuentan con un restaurante de estas características pueden ofrecerlo como un servicio complementario para sus huéspedes, que quizá opten por reservar únicamente el alojamiento pero que, al encontrarse con esta opción culinaria, se decanten por probarla.
Otro tanto sucede con las escapadas y las experiencias gastronómicas sin pernoctación. Los alojamientos más próximos a grandes ciudades pueden abrir su restaurante a cualquier comensal, independientemente de si es cliente o no del hotel.
De este modo, incluso en temporada baja, el negocio mantiene cierta actividad.