Edificios singulares e históricos en Barcelona.

El Neoclasicismo en Barcelona, una faceta poco conocida de la Ciudad Condal

Cuando se examina cualquier guía turística de Barcelona, la mayoría de edificios emblemáticos que resultan de obligada visita pertenecen a los estilos gótico o modernista.

Es lógico que así sea por la gran variedad y calidad de las referencias existentes pero hay otras corrientes artísticas que cuentan con destacados ejemplos en la Ciudad Condal. Hoy nos detenemos en una arquitectura singular: la Barcelona neoclásica.

El Neoclasicismo fue una corriente artística cuyo inicio se remonta a mediados del s. XVIII en diferentes países europeos y que, por primera vez en la historia, alcanzaría una difusión mundial al dar el salto a los recién creados Estados Unidos (la Casa Blanca o el Capitolio corresponden a este estilo).

En Barcelona, el Palau Moja pasa por ser uno de los principales exponentes de esta arquitectura singular. Su edificación culminó en 1791 y todavía resultan distinguibles ciertas reminiscencias barrocas, en tanto que se considera el primer gran edificio neoclásico de la ciudad.

Algo más depurado resulta la Lonja de Mar, aunque en este caso conserva ciertos elementos medievales preexistentes (generalmente, góticos, como observamos en la majestuosa Salón de la Contratación). Tanto su fachada principal como su patio central constituyen algunas de las obras cumbre del Neoclasicismo barcelonés, al igual que la escalinata central, la fuente de Neptuno o el Salón Dorado. Además, el edificio pasó a acoger la Escuela de Bellas de Barcelona, academia que tendría un papel muy destacado en la promoción del estilo neoclásico.

No sorprende que, con posterioridad a la creación de este centro formativo, se multiplicaran las construcciones neoclásicas.

Otros edificios emblemáticos del Neoclasicismo en la capital catalana son el Palacio Alòs i Dou, aunque su imagen ha cambiado notablemente desde entonces debido a diferentes actuaciones, y la desaparecida iglesia de los Carmelitas Calzados.

Mucho más conocida tanto por los barceloneses como por los visitantes es la Casa de la Ciudad, sede del Ayuntamiento y que combina diferentes estilos en su interior (el principal detalle neoclásico es, lógicamente, su imponente fachada).

Una de las referencias más tardías de esta corriente en Barcelona es el Teatro Principal, cuya sobria fachada ha experimentado distintas modificaciones en el último siglo.

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