La profunda huella romana en la arquitectura catalana.
Barcino y Tarraco como ejemplo.
La Península Ibérica fue uno de los territorios más intensamente romanizados de todos cuantos llegaron a formar parte de esta vasta construcción política.
Dentro de esta gran provincia conocida como Hispania, las tierras de la actual Catalunya fueron especialmente transitadas -y modificadas- por los romanos. Consecuentemente, la huella romana en la arquitectura catalana resulta muy evidente.
La arquitectura romana propiamente dicha hace referencia a los edificios que se levantaron en tiempos de la República y del Imperio Romano.
Sin lugar a dudas, Tarragona es la gran ciudad romana de Cataluña.
Capital de la Tarraconense, provincia que llegó a aglutinar más de media península durante el Alto Imperio, Tarragona es una de las quince ciudades españolas que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En su caso, tal distinción se debe al Conjunto Arqueológico de Tarraco, una de las mayores colecciones de construcciones romanas que existen fuera de Italia. Las murallas, el foro, el teatro o el circo son algunos de los monumentos más destacados junto con el conocido acueducto, fuera ya de la ciudad.
La arquitectura singular romana cuenta también con muchos ejemplos en la ciudad Barcelona, urbe fundada, precisamente, por Roma (la antigua Barcino). Los principales restos de este periodo se encuentran en el corazón mismo de la ciudad, como las columnas del Templo de Augusto, la puerta de Mar, la Vía Sepulcral o la Domus de Sant Honorat.
Esta última referencia constituye un ejemplo muy poco habitual de las construcciones domésticas romanas y puede visitarse en el Museo de Historia de Barcelona (MUHBA).
En Badalona, la Casa de los Delfines es otra muestra de las viviendas de las familias patricias, cuya fisionomía fue posteriormente imitada incluso en algunas masías.
Claro que el monumento más popular de la provincia de Barcelona, al margen del entorno de Barcino, es el Templo Romano de Vic.
Aunque esta construcción pasó desapercibida durante muchos siglos, su redescubrimiento a finales del s. XIX supuso un auténtico hallazgo, en tanto que se trata de uno de los templos romanos peninsulares mejor conservados.
La provincia de Girona también cuenta con referencias de esta arquitectura singular, como las domus y termas romanas dentro del yacimiento de Ampurias.
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