Cortijos tradicionales en Jaén
El paisaje andaluz no es comprensible sin la presencia a cuentagotas de estas fincas tan peculiares como son los cortijos.
La provincia de Jaén es especialmente pródiga en este tipo de propiedades, que constituyen a su vez un testimonio inmejorable de la evolución histórica de la región.
Aunque no existe un criterio unánime entre los historiadores sobre el origen exacto del cortijo, se da por descontado que este constituye una adaptación señorial de las alquerías musulmanas. Esto resulta especialmente verosímil porque, al margen de las similitudes formales entre ambos tipos de propiedad, Andalucía fue la última región musulmana en ser conquistada por Castilla (Jaén cayó en 1246).
En consecuencia, fue aquí donde el modelo musulmán de explotación del territorio más influyó en las fincas cristianas posteriores. No hay que olvidar tampoco que muchos musulmanes permanecieron en estos territorios durante bastante tiempo después de la conquista cristiana.
No obstante, el cortijo fue adoptando una fisionomía muy particular con el paso del tiempo.
No es del todo correcto vincularlo con la residencia rural del señor porque, al igual que sucede en la actualidad, este lo consideraba más una finca de recreo que una vivienda habitual. En su lugar, eran los jornaleros y trabajadores que explotaban las, por lo general, amplias tierras de cultivo, los que pernoctaban o pasaban largas jornadas de inactividad dentro de la casa. Lógicamente, esta presentaba estancias diferenciadas para los trabajadores y para los señores. Si estos se encontraban en la propiedad, es probable que también se hubieran trasladado a ellas distintos criados.
La estructura de un cortijo tipo incluiría un patio central, la casa señorial propiamente dicha, las viviendas para los trabajadores y los espacios destinados al almacenamiento de los enseres de labranza (también puede haber cuadras o silos, en función del tipo de uso actual). A todo lo anterior cabe añadir cocinas, habitaciones completas, cuartos de baño, comedores y, posiblemente, despachos o bibliotecas. Salta a la vista por tanto que las características de los cortijos coinciden sorprendentemente con las que debe reunir un buen alojamiento rural. Tengamos presente, además, que la provincia de Jaén cuenta con espacios tan notables como la Sierra de Cazorla.
Un ejemplo de cortijo con coto de caza y olivar en venta.
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