La sentencia de 2013 y el futuro de la dación en pago en España
La lucha por la dación en pago en España lleva camino de convertirse en una de las batallas judiciales más longevas de nuestra historia reciente. Ciertamente, el sendero jurídico que debe recorrerse para conseguir tal objetivo está repleto de obstáculos y de intereses contrapuestos. En cualquier caso, la sentencia sobre las 'cláusulas suelo' abre un resquicio para la esperanza.
En mayo de 2013 tuvo lugar un hito en la causa de los diversos grupos de afectados por la hipoteca y colectivos contra los desahucios. Una sentencia del Tribunal Supremo levantaba el blindaje de las llamadas 'cláusulas suelo', que hasta entonces garantizaban un tipo de interés mínimo en las hipotecas independientemente de la evolución del Euribor (el índice que suele tomarse como referencia en este tipo de productos). Dos entidades, BBVA y Cajamar se veían especialmente afectadas por esta decisión judicial y, tras recurrir inútilmente la decisión del alto tribunal, acabaron aceptando la supresión de esta cláusula en junio.
El problema de las 'cláusulas suelo' no era lo que estas suponían en sí, ya que al igual que podían situarse por encima del Euribor también podían quedarse por debajo. Lo más grave es que, como ocurre con otros tantos productos financieros, muchos de los afectados no habían sido debidamente informados sobre el contenido de dicha disposición, que a lo largo de su trayectoria ha beneficiado mucho más a las entidades que a los usuarios. Baste señalar que en el momento de confirmarse la sentencia el tipo de interés medio del BBVA se situaba en el 2,8% y el de Cajamar se elevaba hasta el 3,12%. Entretanto, el Euribor se mantenía en el 0,5%.
La lectura de aquella sentencia era clara: cualquier blindaje legal es susceptible de ser eliminado si actúa contra aquello que es justo. En el caso de la dación en pago, reiteramos que el camino es mucho más complejo, ya que su inexistencia es conocida por todos (no cabe alegar ocultación de información) y su aprobación depende casi en exclusiva de la voluntad política. Con todo, el clima social creado durante la Gran Recesión es mucho más propicio para el triunfo de estas iniciativas.
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