Actualmente en venta, en este emblemático edificio histórico asturiano, sus paredes nos podrían explicar mil y una historia.
Esta casa palacio que fue lugar de veraneo del prestigioso economista y escritor asturiano Valentín Andrés Álvarez (1891-1982), ha permanecido desde 1883 hasta hoy en manos de la misma familia.
De aquí era Garcí Fernández de la Doriga, quien en 1378 representó a Salas en la Junta General de conceyos asturianos, celebrada en Avilés. Testigo de múltiples linajes son los diversos escudos que aquí encontramos: García de Doriga, Valdés, Tineo, Queipo de Llano, Quirós o Miranda.
Hecho ya el palacio, fue residencia momentánea y cuartel general del mariscal Ney, el favorito de Napoleón, durante su campaña de ocupación de Asturias.
El Palacio de Doriga fue adquirido en 1883 por Juan Fernández Bao, con todas sus posesiones, al Vizconde del Cerro. Y ha continuado desde entonces alojando entre sus muros a personajes de relevancia del panorama cultural español.
Posteriormente fue el suegro de D. Valentín Andrés y yerno de Fernández Bao, D. Indalecio Corugedo Fernández, quien llevó a cabo una reforma integral del complejo en los años finales del siglo XIX y los primeros del XX según el gusto de la época, en la que en aquella zona proliferaba la arquitectura y gusto de los indianos junto a elementos modernistas que llegaban también a Asturias desde otras tierras.
Fruto de aquel momento es el parque de estilo francés, el comedor modernista, o el grandioso baño traído de la Exposición Universal de París el año 1.900.
Esta herencia indiana, prisionera entre paredes medievales y renacentistas, no dejan de otorgarle un exótico carácter a este palacio rural asturiano.
Espacio de arte y cultura que será testigo de innumerables encuentros. Ya D. Indalecio Corugedo fue conocido en la época, siendo este Diputado por el Partido Reformista, por sus ostentosas recepciones.
Amigo de Melquiades Álvarez y emparentado con el intelectual y político Manuel Pedregal, hizo de esta casa su particular ateneo.
En época más cercana, como comentábamos al principio, Valentín Andrés Álvarez, discípulo de D. José Ortega y Gasset, recibiría innumerables amigos para amenas tertulias regadas con sidra elaborada en la propiedad.
En su casa acogió a Federico García Lorca con La Barraca, a Benjamín Jarnés, a su amigo Ramón Gómez de la Serna o a Juan Antonio Cabezas, por mencionar algunos.
Catedrático de Teoría Económica de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid, fue en ella vicedecano, decano y decano honorario.
Por su vida pasaron e influyeron gente como Arturo Duperier, Laureano Díez Canseco, Flores de Lemus, García Morente, Giner de los Ríos, Fernando de los Ríos, Juan Zaragüeta, Gumersindo Azcárate, Guillermo de Torre, Max Aub, o el profesor Stackelberg, además de los anteriormente mencionados. Como dice D. Juan Velarde Fuertes “fue un ardiente partidario del ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, lo que significaría, también, una aproximación al sistema democrático liberal del mundo comunitario”.
Volviendo a Doriga, entre sus muros nació, como cuenta su autor (Juan Antonio Cabezas), la primera biografía de Clarín: “La primera biografía de Leopoldo Alas titulada «Clarín, el provinciano universal», nace de mi casual encuentro con el escritor Benjamín Jarnés, en el palacio de Doriga.
En el interior de su alto torreón, jugábamos una partida de billar, Jarnés, que ya había publicado «El convidado de papel»; el entonces propietario del palacio, Indalecio Corugedo (diputado liberal asturiano, hasta el «golpe» de Primo Rivera en 1923); su yerno el escritor Valentín Andrés Alvarez, que ya había estrenado con gran éxito su comedia «¡Tararí!». Y yo, que ya había dejado la dirección del periódico ovetense «El Carbayón». Estamos en el verano de 1933” … Fue Jarnés quien me dijo: «¿Por qué no haces tú una biografía del escritor asturiano, «Clarín»?
De aquella conversación en Doriga, nació la idea de lo que sería dos años después, mi Clarín, el provinciano universal”.
Conocidas eran también -más recientemente- las visitas anuales de nuestro Nobel asturiano Severo Ochoa o del también asturiano Juan Velarde Fuertes en tardes veraniegas de amenas tertulias.
Clara muestra de edificación señorial medieval, el palacio de Doriga cuenta con una torre cuadrada construida a finales del S.XIV (fue una de las pocas torres que los Reyes Católicos no ordenaron tirar abajo para prevenir rebeliones nobiliarias) y un palacio del S.XVI que se estructura alrededor de un patio con grandes columnas toscanas que sostienen el entablamento del corredor abierto del piso principal, en el que se desarrolla fundamentalmente la vida diaria.
Es este corredor el testigo, no siempre mudo, de tantas tertulias y encuentros.
Rodeado de un parque cerrado por un muro almenado y con una señorial portada también del siglo XVI, acoge en su recinto una edificación anexa, para cuadras, lagar, pajar y vivienda del servicio, que se debe al prestigioso arquitecto Luis Bellido, autor entre otras obras del Matadero de Madrid, actual e importante centro cultural.
Nos encontramos, en definitiva, con un interesante conjunto, mantenido desde siglos como vivienda en manos particulares, lo que ha permitido que podamos admirar todavía, en buen estado de conservación, artesonados, suelos de madera y mobiliario originales del siglo XVI o intervenciones cualificadas con manifestaciones artísticas posteriores. El paso de los siglos y las continuas guerras no han supuesto ningún obstáculo para su pervivencia.
Más información sobre esta histórica propiedad.
El Palacio de Doriga en imágenes.